En la Edad Media, la producción y elaboración de los alimentos básicos era una gran preocupación para la población.
En un primer momento en la baja edad media la producción era estrictamente para el hogar, pero más adelante debido al desarrollo de las ciudades y la estabilidad en los pueblos, se produjo el crecimiento de los mercados y con este el comercio de los productos alimentarios.
Durante toda la Edad Media, la actividad social más importante era el momento de comer en compañía de otras personas, generalmente solía tratarse de la familia propia, pero a menudo podía ser en compañía de los señores feudales.
Se considera que el elemento básico de la dieta medieval eran los cereales, generalmente elaborados en forma de pan. Los campesinos con menor poder adquisitivo solían comer cereales más gruesos y menos demandados por las clases nobles tales como la avena, en su elaboración en forma de papilla o tortitas planas. La ausencia o presencia de pan en una comida, y el grado de la finura de la harina, indicaba la condición social y por tanto el poder adquisitivo de esta familia. De entre todas las variantes de pan que habían en la Edad Media sin duda el pan blanco era el más deseado por la finura al moler el trigo y la ausencia de cascarillas de este cereal. El pan con menor calidad estaba hecho con guisantes, habas o de avena.
Este sencillo alimento como es el pan ocupó un lugar tan importante en la dieta que las ciudades de la época promulgaron normativas para controlar la fabricación y venta de los gremios panaderos.
Entre las bebidas más características de la Edad Medieval el vino era la bebida de elección para la nobleza, el clero y los burgueses. El comercio de el vino fue una de las empresas comerciales más importantes de Europa. A principios del siglo XIV Francia y España exportaban a otros países parte de su producción de vinos. La población de clase media rara vez probaba esta bebida, la cerveza de cebada y el hidromiel eran las bebidas más populares en este estamento social.
En resumen, para los niveles superiores de la sociedad, la cocina medieval proporcionaba un sin fin de delicias, pero las clases sociales más humildes estaban agradecidas por su sencillo pan y por su cerveza o hidromiel.
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